El Lugar Mas Peligroso Del Mundo

Por: Pablo Thompson

Hace unos días merodeando por mi librería favorita llamó mi atención un libro titulado Los Lugares Mas Peligrosos del Mundo. Era una guía turística de más de mil hojas que destacaba zonas peligrosas como Colombia, Chechenia, Irak, e Irán. El autor, irónicamente, no trataba de desanimar a los lectores a evitar estos lugares sino que daba pistas para sobrevivir y aún disfrutar estas aventuras peligrosas.

Mientras hojeaba el libro pensé que hay un lugar aún mas peligroso que todos estos. El autor no se atrevió a mencionar este lugar, quizás porque nunca había estado allí. Me refiero al amor. No hay duda de que el amor es el lugar más peligroso del mundo.

Muchos sabemos que por poderosos que el amor nos haga sentir, no hay garantía de su permanencia. La intensidad del amor no parece tener ninguna relación con su resistencia. Al contrario, cuanto más amamos más en potencia pueda existir el odio. Los únicos que nos pueden lastimar profundamente son aquellos a los que hemos permitido que tengan un lugar dentro de nuestros corazones.

Esto hace que el amar sea una experiencia sumamente peligrosa. Cuanto más amamos, más abrimos el paso para ser dañados. Cuando entregamos nuestro corazón a alguien, confiamos la parte mas sensible de nuestro ser al cuidado del otro. El ser querido puede hacer más o menos lo que desea con ello. El amor nos deja vulnerable y sin defensa. Y yo me pregunto: si el amor es tan peligroso ¿por qué todos lo buscamos?

Es curioso que a pesar de la peligrosidad de este lugar haya tantos que se afanen por llegar a él. No creo que haya un tema más discutido, más cautivante y a la vez más evasivo como es el tema del amor. Ni se pueden contar los libros que se han escrito sobre el tema y cada generación añada algunos nuevos a los ya existentes. Me viene a la mente la historia clásica de Romeo y Julieta, sin duda, el símbolo de los eternos enamorados. Romeo y Julieta es la historia de un amor que nace imposible y está marcado por una serie de malentendidos, acabando con la muerte de los amantes. Quizás esta historia queda inmortalizada en la consciencia del mundo porque toca una profunda realidad. El amor nos promete todo pero al fin y al cabo no da demasiado.

¿Y qué de la música, la lengua del corazón? Sin el amor no habría mucho para cantar, sin embargo hasta la música parece rasgada cuando se trata del amor. Unos cantan del amor como si fuera la única razón para vivir. Otros como José Luís Perales en su canción, La Espera, canta de su chalet “al pie de las montañas” donde espera su a amada. Dice: “Se vistió de su traje de Domingo, pensaba que en cualquier momento ella llegaría, consultaba su reloj y sonreía, se fue borrando el sol lentamente en su sendero”, pero ella nunca llegó. Se hace viejo esperándola, pero nunca llega. ¿Son estas letras un reflejo de nuestra experiencia? Nunca parecemos capaces de evitar los efectos exasperantes del amor.

Somos movidos por el amor, llevados a amar, y hasta expulsados del amor. ¿Cómo es que la misma cosa que puede hacer nuestra vida una rapsodia también puede dejarle despedazado, como un pescado muerto envuelto en un periódico viejo?

La verdad es que somos adictos al amor. Y como cualquiera adicción, estamos fuera de control. No podemos evitar amar. Daremos cualquiera cosa para encontrar lo que nuestro corazón anhela a pesar de los peligros.

Obviamente hay algo en nuestros seres que no se percibe fácilmente. Si me preguntaras sobre el amor, yo te diría que sostengo una teoría de conspiración, como si fuéramos definitivamente diseñados con un defecto de fábrica. Es humillante decirlo, pero tenemos que ser amados. Yo necesito ser amado. Me siento como si hubiera entrado en una sala de Alcohólicos Anónimos. “Hola, me llamo Pablo. Soy un amorólico.”

Si usted intenta ignorarlo, si piensa que puede vivir su vida sin el amor, está en una situación aún peor que la persona que está desesperada por hallar el amor. Prescindir del amor es elegir una vida que no es humana. Desistir en la búsqueda del amor es darse por rendido en la experiencia de la vida.

No hay duda, el amor es un lugar peligroso, aún el más peligroso de todo el mundo. Pero no podemos evitar el viaje. ¿Qué podemos hacer?

Solicito su opinion.