Un buen colegio...



Esto es un extracto del libro Mamá por Etapas, de Beatriz Espinoza de Zapata, Editorial Vida.

Deseábamos que estudiara en un buen colegio. Muchas noches hicimos presupuestos tras presupuesto. Era casi imposible. Por fin, una noche, me arrodillé junro a mi cama y con voz doliente le dije al Señor: "Nos ha llamado al ministerio y estamos viviendo por fe. En el nombre de Jesús te suplico que nos suplas para pagar un colegio que le dé una buena preparación académica a nuestra hijita."

Muy temprano, el siguiente día, la nena se me acercó y me preguntó: -Mami, Cuando voy a ir a mi colegio?

En ese momento, Dios me habló: "Cuéntale a tú hija tu necesidad económica."

Me senté y, con paciencia, le expliqué nuestra falta de recursos económicos. Con su carita de inocencia me dijo: -no te preocupes, Dios va enviar el dinero. Yo voy a ir al colegio.

-Cómo estás tan segura? -le pregunté.
-Porque yo se lo voy a pedir.

Aprendí de esa fe infantil. Recordé las palabras de Cristo: "Si no os volvéis y os hacéis como niños..." (Mateo 18:4). Aprendí de mi nena a caminar en un tunel oscuro... por la fe.

Estoy convecinda de que muchas de las crisis en los hogares cristianos pudieran solucionarse si los padres hivieran alianza de oración con sus hijos. Dios tiene un corazón muy receptivo para la oración de los niños. Yo pudiera llenar las páginas de este libro relatando acerca de las oraciones contestadas en la vida mis hijos.

Según lo permite su edad, nuestros hijos pueden compartir nuestras carga de oración. Debemos ser cuidadosos de no cargarlos demasiado a no ser que causemos en ellos un sentido de inseguridad. Si procedemos con cautela, el niño verá y sentirá la seguridad de sus padres en un Dios que no falla nunca, que responde a la oración, y aprenderá también a confiar en ese Dios. Su fe será fortalecida.

Mi nena vio contestada su oración. Dios abrió la puerta para que asistiera a un buen colegio.

Que día! Yo no había podido dormir la noche anterior. Mis temores eran reales y grandes: Con quién se juntaría? Qué le iban a enseñar? Lloraría por mí? Y si se enfermaba, Quien le iba a atender? Sería cariñosa la maestra? Resulté teniendo yo más preguntas que la nena.

Todo el trayecto al colegio lo pasé dándole consejos. No creo que exista en el mundo una nena que haya escuchado más consejos de sus padres que la nuestra. Ella, sumisa, escuchaba. Yo lo interpreté como que estaba temerosa. Pero al llegar a la puerta del colegio, me miró con sus grandes ojos verdes y me dijo: -Yo puedo sola no entres.

Corrió para adentro y me dejó plantada, sola en la puerta.

Aprendí tres principios de esta experiencia:

En primer lugar, Dios volvió a recordarme que mis hijos no son de mi propiedad.

En segundo término, aprendí que Dios nos da los hijos y es nuestra responsabilidad cuidarlos.

En tercer lugar, aprendí que cuando los hijos se separan de los hijos para asistir a la escuela y recibir su enseñanza acadédica, los padres debemos enseñarles a cuidarse de los peligros y de los malos amigos, así como de los consejos y la orientación no cristiana.

Lamnentablemente, en muchos paises, o por diferentes circunstancias, los padres no pueden poner en colegios cristianos a sus hijos. En cualquier caso, hay que cuidar lo que ellos reciben.
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Ansiedad en el Matrimonio




Ansiedad: Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo. Es un tipo de angustia que suele acompañar enfermedades, especialmente neurosis.


Hemos escuchado la queja de muchas personas que vienen a consejería con respecto a la forma de ser de su cónyuge, y cómo hacer para que él o ella cambie. Esta actitud produce mucha frustración porque el cónyuge “no cambia” como nosotros quisiéramos y entonces genera un tipo de ansiedad que limita las opciones y reduce la capacidad de disfrute de la vida.

Colosenses 3:13: Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Lo que nos enseña el Manual de la Vida (la Bíblia), es que no debemos pretender cambiar al cónyuge, sino aceptarlo tal y como es y disponerse a soportar esa diferencia en su forma de ser que no nos agrada. Cuando aceptamos la forma de ser de nuestro cónyuge, será mucho más probable que él o ella acepte también nuestra forma de ser. La verdad es que nadie es perfecto, por lo tanto si yo pretendo que mi cónyuge cambie algo en su forma de ser, me expongo a que él o ella también me exija cambios a mí, y esa parte no nos gusta mucho. Definitivamente lo que más nos conviene entonces es obedecer la instrucción del Señor y aceptarnos y soportarnos mutuamente con una actitud de gozo y no de pesar.

Estamos hablando de características en cuanto a la forma de ser, personalidad o temperamento. No estamos hablando de vicios, adicciones, violencia doméstica o actitudes destructivas. En ese caso hay que buscar ayuda inmediata, esencialmente espiritual y profesional para saber cómo enfrentar esas debilidades emocionales.

Por lo demás, debemos asumir una actitud tolerante y constructiva. Es totalmente normal que los cónyuges tengamos ideas diferentes, en cuanto a cómo manejar muchos asuntos familiares. A nosotros nos pasa con mi esposa, que frecuentemente tenemos ideas diferentes cuando queremos hacer algo por ejemplo para los hijos. Yo pienso en hacer una actividad de una forma y a mi esposa le parece que esa no es la forma correcta. Ambos tenemos que asumir una actitud de tolerancia, para seguir hablando del tema sin pretender imponernos ninguno al otro, sino seguir buscando opciones en las que los dos nos sintamos de acuerdo. Honestamente les decimos, que cuando hay una actitud saludable y humilde, siempre encontramos respuestas en las que los dos estamos de acuerdo.

Para eliminar entonces este tipo de ansiedad en el Matrimonio, la pareja debe asumir una actitud de tolerancia y respeto por las ideas y conceptos del cónyuge. Orar al Señor para que les de discernimiento a ambos y hablar sobre el tema con libertad y con paciencia, hasta que logren encontrar respuestas que ambos estén de acuerdo. La misión del hombre como cabeza de hogar es guiar a su esposa a buscar alternativas y soluciones con fundamento bíblico, no a imponer su criterio simplemente porque es el cabeza del hogar. Ser el líder del hogar no implica una autoridad absoluta de voluntad sobre su esposa, sino más bien un liderazgo que guía a su esposa a conclusiones y decisiones basadas fundamentalmente en la palabra de Dios.

Si has estado tratando de “cambiar” a tu cónyuge a tu manera, pídele perdón y toma la decisión de ser más tolerante y paciente con él o ella. No juzgues ni maltrates ni critiques a tu cónyuge porque piensa diferente a ti. Recuerda que dos cabezas piensan mejor que una sola. Une tus pensamientos con los de tu cónyuge y tendrán una visión mucho mayor para resolver cualquier problema en la vida.

Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALO!

Pr. Luis y Hannia Fernandez
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